El tio “Mateuet” así se conocía popularmente a Mateo Ibáñez Isach, persona querida y respetada en la población de Moncofa.
De profesión pescador en su juventud, al finalizar el servicio militar, se desplazó a Barcelona y estuvo trabajando en la Renfe durante 25 años, en donde se encontraba en el momento de la guerra civil siendo uno de los componentes de la “quinta del sac”, al finalizar ésta, volvió a Moncofa, en donde estuvo trabajando en “Regiones devastadas” y posteriormente como peón caminero hasta su jubilación.
En sus últimos años de vida, compaginaba su afición al mar recordando sus años mozos, como marinero informando a los bañistas de estado de las aguas de nuestro Mediterráneo, por lo que se le denominó “El ángel de la mar”, ya que era el encargado de poner las banderas en el mástil, avisándolos del estado de la misma (verde, roja o amarilla) según el peligro que él creía que tenía en cada momento.
Durante éste periodo de su vida, también compaginaba otras dos aficiones, la añoranza al mar y como escultor, ya que con su navaja, se encargada elegir y tallar la madera para hacer sus maquetas de diferentes barcos de vela, era un artista que vivía entre nosotros, el Grau de Moncofa, en la calle Mar Latino.
De todas las maquetas que hizo, que fueron bastantes, hay una en especial que ha sido la más admirada de todas y que le tenía especial cariño.
Me refiero a la que estaba en la Ermita de “Santa Maria Magdalana” en el Grau de Moncofa. Ésta maqueta de una embarcación con tres palos o mástiles (el trinquete, la mayor y la mesana) y delante en la proa un bauprés.
Todos estos palos o mástiles con sus aparejos, para llevar las diferentes velas (cuadra, cangrejo o la latina) perfectamente colocados y diseñándolas con todo esmero, meticulosidad y constancia.
La maqueta que estaba en la Ermita y que pronto volverá a recuperar su sitio, tiene una bonita historia, fruto de una promesa
El tio Mateuet tenía un hijo que se llamaba Juan, con un grave problema en los ojos, ya que cada vez ve veía peor y estuvo a punto de perder la vista, debido a que le salieron cinco úlceras. Hizo una promesa a su patrona “Santa María Magdalena” y a Santa Lucia que también había una imagen venerada en nuestra ermita y que les tenía gran devoción, les prometió que si su hijo se curaba les haría la maqueta de un barco velero y se lo llevaría a su lado.Su nieta Fina y su tío Juan, nos revelan, “El meu tio Juan es va ficar mal dels ulls, li varen eixir cinc úlsseres i podía quedar-se sense vista, i el meu avi, va fer la promesa de que si se curava faria el barco, i es va curar gràcies a Deu”
Después de aquella promesa y paso un tiempo si hijo Juan se curó y el tio Mateuet, cumplió lo prometido, le hizo el barco y lo llevó a la ermita y le puso el nombre de su hijo “Juan Bautista”
Unos años más tarde su hija Josefa, después de un parto, se encontró muy mal de salud durante largo tiempo y con la esperanza de que se curase le imploró a su patrona y al recuperarse también le añadió su nombre al barco.
Así cuando vayamos a la ermita y veamos de nuevo expuesta ésta maqueta, nos acordaremos un poco más de una persona humilde pero con un gran corazón, “El tio Mateuet”
Fotografías cedidas por: Fina Guart Ibañez
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